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Déjame ser la prisionera de tu vida y de tu ser,
quiero en tus brazos de amor un día fenecer,
dáme la confianza de saberme siempre tuya
y has que mi corazón se olvide de las dudas.
Y tejí horizontes con el mar, adornándolos con listones que el sol en el ocaso resbalaba sobre el cielo, forme con ellos la geografía de tu piel y en suave abrazo fui deslizando mis dedos en torno a él... tomé gaviotas enamoradas para que sin lamentos emitieran tu nombre hasta transformarlo en amor y tomé un poco de nubes para que sirvieran de testigos de este inmenso amor. Después de todo ésto quise dejar escrito un verso...
Déjame tapizar tus ocasos con mis besos,
quiero ser tuya de principio a fin,
dáme la dicha de saberte en mi regazo
y has que vea el mundo con otro color.
Así me llegó la noche y con esos hilos de plata que la luna deslizaba en tus cabellos, tomé las estrellas una a una y formé un arco bello, en donde nuestros cuerpos descansaban... miré el infinito manto tisú... tomé el negro color del universo y amor y magia, al conjuro de mis versos me vestí de luto y descansé de tí para volar en un etéreo espacio lleno de dulces te quieros sinceros y plenos... los te quiero que los ángeles en una oración de amor entonan a la llegad de quien sufre por amor para acunarlo dulcemente entre sus brazos... en un eterno adios.
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